viernes, 23 de abril de 2010



EL SUBMARINO HUNDIDO
(CUENTO COLECTIVO)



I.E.S. MEDITERRÁNEO (MÁLAGA)

Era una tarde calurosa de julio cuando Luis se encontró con su amigo Antonio con el que había quedado en la playa del Tintero para bañarse y bucear. Antonio,que era aficionado a la pesca submarina, le contó a Luis la historia de un submarino hundido durante la guerra civil.
- ¿Dónde está? -preguntó Luis.
- Mi padre me ha dicho que está frente a esta playa -contestó Antonio.
- Sigue contándome.
Antonio le contó que un torpedo submarino alemán lo hundió el 12/12/1936 causando 37 víctimas y salvándose solo 3 marineros, pero todavía hay cosas inexplicables.
- Oye, ¿el padre de Marta no tiene una barca?
- ¿Llamamos a Marta y a Sara? Yo tengo su número -dijo Antonio.
Marta aceptó dejarle la barca siempre que fuera con su amiga Sara.
Al cabo de unos minutos, se adentraron los cuatro en el mar con el barco de Marta. Cuando estaban navegando, Antonio le contó de nuevo la historia a las chicas y éstas exclamaron:
- ¡Qué historia tan interesante!
- ¿Encontraremos un tesoro?
Los chicos pensaron que sí, pero las chicas pensaban que el submarino no llevaba un tesoro sino armas.
Era un día soleado y tranquilo, cogieron la barca y se adentraron en el interior del mar.Una vez en alta mar, pararon el motor y se detuvieron.
- ¿Y ahora qué dirección tomamos? -preguntó Luis.
- No estoy seguro, pero creo que es por aquí -respondió Antonio.
Antonio y Marta se colocaron los trajes de neopreno, las bombonas de oxígeno, las gafas y se tiraron al agua.
Mientras, Luis y Sara se quedaron en la barca a la espera de sus amigos.
Poco a poco comenzaron a aparecer nubes desde poniente y el mar se agitó levemente.Se abrigaron porque sintieron un poco de frío y comenzaron a preguntarse qué hacían allí, porque cada vez el tiempo estaba peor y temieron por los que estaban buceando.
- ¿No crees que deberíamos volver? -preguntó Sara, que comenzó a ponerse nerviosa.
- Esperemos un poco más, si no yo bajaré -respondió Luis.
- No me dejes sola -temió Sara.
En un instante, se cubrió el cielo y el mar se levantó con más furia. Comenzó a llover y Luis decidió bajar a buscar, mientras Sara se quedó intranquila.
Mientras tanto, Antonio y Marta seguían buceando ajenos al cambio de tiempo,pero percibieron que las corrientes eran muy fuertes y el agua se enturbiaba. A lo lejos divisaron una sombra fantasmagórica que parecía un submarino. Decidieron acercarse y una corriente muy fuerte se lo impidió.
Antonio y Marta se dirigen hacia la figura fantasmagórica que ven en la lejanía. Conforme se van acercando ven una luz misteriosa que sale del fondo y notan que algo se movía a su alrededor provocando una corriente que les empuja hacia la sombra. Notan un tirón en la espalda, miran hacia atrás y ven una mancha oscura alejándose. Les empieza a faltar el aire. ¡Les han quitado las bombonas de oxígeno!Comienzan a perder el conocimiento y notan como algo les arrastra hacia el fondo.Todo se queda oscuro.
Luis nada a toda velocidad en busca de sus amigos. De pronto, ve que algo brilla en la oscuridad. Se dirige hacia allí y ve que se trata de las bombonas de oxígeno de sus amigos. Se pone muy nervioso, empieza a buscarlos dando vueltas sobre sí mismo. Detrás de unas rocas ve una sombre e intenta seguirla, acercándose al submarino, pero una fuerza extraña se lo impide. Parece como si alguien quisiera protegerlo impidiendo que se acercase. Decide ir a buscar ayuda y sale a la superficie, pero... ¡Encuentra la barca vacía! ¿Qué le habrá pasado a Sara? ¿Dónde está?
Mientras tanto, Sara estaba intentando nadar hacia la orilla, pero con el fuerte oleaje no lo conseguía. Se había caído de la barca cuando una fuerte ola la golpeó, ya que el tiempo había empeorado mucho, y parecía que la mar se había enfurecido con ellos, como si no quisiera que estuvieran allí.
Notó como algo la atraía hacia el fondo y, antes de desmayarse, le pareció ver la imagen de sus dos amigos, Antonio y Marta.
Sin lugar a dudas, aquello parecía una pesadilla. Sara mirando a su alrededor encontró un barco en el que casualmente había un vecino de la zona que los rescató a todos. Al llegar a la tierra, le contaron la historia de lo ocurrido: el pescador había oido hablar de ello, y también les comentó que mucha gente antes que ellos habían ido a buscarlo y que nunca habían regresado con la noticia cierta de la existencia de aquel submarino. Sin embargo, aquella fría noticia en vez de helarle las ganas, les calentó aún más. Y, al día siguiente, fueron a la biblioteca y empezaron a documentarse sobre el hundimiento de aquel submarino, descubriendo así que el submarino venía cargado con quinientos lingotes de oro, despertando aún más las ganas de buscarlos. Esa misma noche, los cuatro se reunieron en la playa y dijo Antonio:
- Hemos descubierto que en el submarino había mucho oro y que cuando se hundió estaba más cerca de la costa de lo que imagináis.
- Creo que deberíamos dejarlo, seguramente será mentira -dijo Marta.
- No, si eso está documentado será verdad, lo que tenemos que hacer es prepararnos con mejores equipajes para evitar lo que pasó la última vez -dijo Luis.
De repente, saliendo de la oscuridad, apareció el pescador que desde el incidente los estaba siguiendo y les volvió a advertir que no volviesen allí de ninguna manera.
Lo que no sabían los cuatro era que el pescador también tenía interés en encontrar el tesoro y que llevaba diez años en el mar intentándolo sin éxito. Al siguiente día, el pescador les dejó una barca rota y sin remos de recambio...
Ellos, sin saberlo, se adentraron en el mar.
Cuando llegaron al sitio previsto, Antonio y Marta bajaron en dirección al submarino. Mientras buceaban, vieron una luz, que parpadeaba, y se dirigieron hacia ella y los tentaban aún más. A medida que se acercaban, percibían que la luz llegaba del submarino. Intentaron entrar, pero la escotilla estaba atascada, entonces buscaron otra entrada y encontraron otra una brecha que debió de ser a causa del torpedo, porque vieron a unos peces que penetraron en el interior. Trataron de llegar al lugar de donde procedían las luces pero algo extraño sujetó el pie de Antonio que trató inútilmente de escabullirse.
Mientras Luis y Sara percibieron que había una vía de agua en el barco. Intentaron desesperadamente tapar el agujero pero sin fortuna. A lo lejos oyeron el motor de un barco que se acercaba y hallaron al pescador que él ayudó a montarse en su barco. La intención del pescador era secuestrarlos para evitar que se quedaran con los lingotes de oro, y, aunque sabía que había dos jóvenes buceando, decidió dejárselos al mar.
Cuando Luis y Sara percibieron que el pescador se alejaba de la zona protestaron airadamente pero éste les amenazó con un arpón.
Al percibir el tentáculo, Antonio y Marta pudieron observar que procedía de uno de los camarotes. Marta intentó ayudar a Antonio y, con el cuchillo que llevaba adherido al tobillo, consiguió cortar el tentáculo.
Antonio y Marta, al cortar el tentáculo, descubrieron que la criatura era un calamar y estaba expulsando la tinta. La vista se les nublaba hasta que no llegaban a ver nada. Asustados intentaron salir del lugar a tientas hasta la superficie. Al salir del agua, aliviados, intentaron divisar la barca. Estaba aún más hecha pedazos, y no había nadie dentro: "¿Dónde están?", dice Antonio. "¿Y si se han caído y se han ahogado?", dice Marta al sentir un fuerte escalofrío en su espalda. Los dos comenzaron enseguida a sentirse mal. Tenían miedo y no lograban ver la playa.Y ahora mismo a parte de haber perdido a sus amigos, temían por haberse perdido en el mar y no poder volver. El tiempo pasaba y los dos jóvenes empezaron a cansarse. Se desprendieron de las bombonas de oxígeno y las echaron en el mar. Sentían frío y cansancio. Sin embargo, aproximadamente a las dos horas, divisaron una luz. Los chicos empezaron a gritar y a hacer señas."¡Aquí!" "¡Socorro!". Gritan los dos casi al unísono. El barco se detuvo. Era una zodiac. Normalmente era usada por socorristas. De un lateral se asomó una mujer de pelo corto y rubia, con mirada aviesa, que les decía:
- Vamos, subid -la mujer les ayudó a subir y les dio una toalla a cada uno. Dio la orden al que estaba en el timón de volver a tierra con Antonio y Marta.
Marta, muy nerviosa, dijo:
- ¿Sabes dónde están mis amigos? ¿Has visto la barca rota? ¡Por favor, dime si sabes algo!
La socorrista, muy pasivamente, dijo:
- No, chicos, no sé nada de una barca.
Sin embargo,no se quedaron tranquilos.
Llegaron a tierra y se fueron con los trajes de neopreno a buscar a sus amigos. Un rato después, encontraron a un amigo que se llamaba Miguel, y les dijo que había visto a sus amigos con un pescador.
A Marta y Antonio les dio un vuelco el corazón. Comenzaron a investigar por el Peñón del Cuervo. En una de las incontables cuevas vieron a la socorrista y al pescador hablando. Los dos se escondieron para oír, temerosos de que los pillaran. Estaban hablando sobre el secuestro de sus dos amigos y de que Antonio y Marta, los buceadores, estaban vivos.
Antonio y Marta que habían escuchado toda la conversación, oyeron que ambos secuestradores se citaron a las siete, para decidir qué hacían con los niños.
Al hacerse de noche, salieron de su escondite e idearon un plan en el que a la mañana siguiente, cuando llegara el pescador y la socorrista, conseguirían sacarle dónde estaban sus amigos.
Cuando amaneció, Marta y Antonio, que habían dormido a duras penas, estaban en uno de los recovecos que había en la parte superior de la cueva. Escucharon pasos y vieron acercarse a los secuestradores, y, justo cuando estaban debajo de ellos, les lanzaron una red de pesca que había dentro de la cueva y los inmovilizaron.
- No os mováis -advirtió Antonio.
- ¿Dónde están nuestros amigos? -preguntó Marta un tanto histérica.
- ¡Nosotros no sabemos nada! -contestaron.
- ¡Decidlo o llamaremos a la policía y le contaremos todo!
El pescador miró a su compañera, que asintió con la cabeza, y confesó:
- Los niños están encerrados en la depuradora abandonada frente al Peñón del Cuervo, aquí al lado.
- Vamos Marta -dijo Antonio.
- ¡Rápido!
Corrieron hasta la puerta de la depuradora y vieron a sus amigos: los tenían en una habitación atados de manos y piernas y con una soga al cuello.
- Gracias, ¡estáis vivos!
Los chicos avanzaron corriendo hasta la puerta de la habitación y, justo cuando iban a entrar, Luis y Sara gritaron al unísono:
- ¡No! ¡No! ¡Parad!
- Si entráis se hundirá el suelo y moriremos ahorcados.
Pero la advertencia fue demasiado tarde. Marta ya había puesto un pie. La madera con un tremendo crujido, cedió, llevando consigo a Marta y Antonio, y los otros cuerpos quedaron colgando.
"Riing, Riing", sonó el despertador.
Los cuatro amigos se despertaron con la misma sensación de angustia.
Una vez en el colegio, durante el recreo les invadió un incómodo silencio que Sara decidió romper:
- He tenido un sueño extraño en el que aparecíamos los cuatro.
- ¡Y yo! - respondieron los tres a la vez.
En ese mismo instante, vieron al profesor de lengua, con un periódico en la mano y escucharon que les contaba a sus compañeros la trágica noticia del hallazgo de cuatro cuerpos jóvenes en la antigua depuradora del Peñón del Cuervo.
Sobresaltados, se miraron unos a otros. En sus caras se reflejaba la misma pregunta:
- ¿Cómo es posible?
Cogieron un periódico de la biblioteca y leyeron que los cuerpos no identificados todavía iban a permanecer allí hasta que el juez llegara.
Decidieron escaparse lo antes posible y la oportunidad se les presentó en ese momento. La conserje había ido a darle la noticia al director.
Corrieron escaleras abajo y saltaron la puerta.
Se dirigieron a casa de Antonio para equiparse adecuadamente:
linternas, cuerdas, hachas, cuchillos...
Esperaron al atardecer y se encaminaron hacia su destino.
Por el paseo marítimo se cruzaron con el pescador, pero éste no les reconoció.
-¿No es...? -dice Luis al mismo tiempo que gira la cabeza, descubriendo con sorpresa que se había desvanecido.
Sin encontrar explicación, decidieron seguir su camino.
Pensaron que para desentrañar el misterio, debieron de reconstruir los pasos dados en su sueño.
Acordaron hacer una fogata en la playa y acampar durante la noche con el fin de relatar detenidamente los sueños que habían tenido y no dejar escapar ningún detalle. Para su sorpresa, el relato de lo ocurrido era exacto, exceptuando el desenlace, que era diferente en los cuatro sueños.
Sara contó que tras haber bajado Marta y Antonio a buscar el submarino, la corriente arrastró la barca llegando a una isla no señalada en el mapa.
Luis narró que era él el que quitaba las bombonas de oxígeno a sus compañeros, sin entender por qué.
Marta encontró una ciudad submarina...
No hallaron explicación a las historias, pero la sorpresa fue aún mayor cuando, al ir sacando los cadáveres, contemplaron en ellos sus propios rostros; sin embargo, había algo extraño... Al observarlos detenidamente había detalles que no coincidían. Al darse cuenta de ello, decidieron avisar a la policía pero, de repente, Antonio se detuvo y dijo:
- ¡No puede ser! Esto es lo que yo he soñado.
Al observar que los rostros no eran los suyos, sino que el parecido que encontraron fue producto de su imaginación, la historia de Antonio comenzó a tener sentido...Soñó que cuatro personas lograron sacar el oro a la superficie y lo llevaron a una cueva del Peñón del Cuervo. Allí fueron sorprendidos por alguien que los mató y, posteriormente, los llevó a la depuradora.
En las investigaciones posteriores se descubrirían entre las piedras un lingote del submarino abandonado.
No se supo nada sobre los asesinos, pero Antonio siempre sospechó que el pescador, que siempre aparecía en todos los sueños, podría ser el asesino.