viernes, 23 de diciembre de 2011

OBRAS GANADORAS DEL CONCURSO LITERARIO. DICIEMBRE 2011

CATEGORÍA 1º Y 2º DE BACHILLERATO
OBRA GANADORA: El viaje de Charlotte
AUTORA: AYNHOA GÓMEZ (2º Bachillerato Ciencias).

El Viaje de Charlotte

Por el camino de la desgracia, vagaba pobremente Charlotte, quien no sabía dónde se encontraba y su rumbo… hacía tiempo que lo había perdido intentando buscar su felicidad. Ahora caminaba descalza y sus ropas, desgastadas y polvorientas, no hubiesen contentado ni al más desgraciado de los vagabundos. Pero en aquellas calles no había ni un alma; el cielo, envuelto en jirones negros y grises de nubes, amenazaba con centelleos de relámpagos la llegada de una tormenta. Aun así apenas una fuerte brisa arrastraba la basura y periódicos que había por el suelo con la cual tropezaba torpemente Charlotte. Iba abrazada a sí misma debido al frío. Llevaba unos pantalones holgados y largos, rasgados y rotos por las rodillas, debido a anteriores caídas; en sus tiempos fueron de un color azul marino, pero ahora se veían desgastados y marrones. Arriba solo llevaba una camiseta negra y sucia; y lo que fue un chaleco de lana gris, ahora parecía jirones de trapos.

Estaba asustada, aunque su sentimiento era de una gran soledad; Miraba, con sus ojos almendrados y marrones, los grandes edificios que amagaban con ceder sobre ella en cualquier momento. No se veía el sol y todo parecía siniestro en aquel sitio donde los coches descansaban, recordando momentos mejores en los que rugían como un león, abiertos y abandonados, donde el único ruido que había lo producían el sonido de las latas al rodar por el suelo.

Sí, al fin y al cabo aquello parecía una ciudad abandonada. Perfecto, después de haber pasado por aquel bosque eterno y llegar aquí, no iba a poder refugiarse, puesto que los edificios no le inspiraban mucha confianza. Su única idea era la de descansar después de una caminata de cuatro horas y empezaba a anochecer. No se veía el sol, cierto, pero cada vez se acentuaba más la oscuridad.

Un gran estruendo que pareció romper el cielo anunciaba la entrada de la lluvia. Corrió a refugiarse bajo el techo de un portal y allí, tiritando, esperó a que todo terminara. Sentada con la cabeza apoyada entre las rodillas y sollozando la descubrieron unos grandes ojos claros. La figura se acercó sigilosa como un felino hacía la pobre Charlotte, quien se sobresaltó y dio un grito ahogado antes de sentir una mano en su boca. Pero estaba agotada y no podía luchar, así que decidió serenarse, ya que sus esfuerzos eran en vano, y vio cómo la pequeña figura se acuclillaba en frente de ella.

Estaba completamente tapada y solo se veían sus ojos y poco más. La agarró de una de sus manos y le hizo señas para que le siguiera. Parecía que había miedo en sus ojos y corría como huyendo de algo. Pronto llegaron a la entrada de una alcantarilla, que fue abierta con gran habilidad, por donde se sumergieron dejando arriba el horrible caos desatado por la naturaleza, o al menos eso pensó Charlotte.

Bajaron en silencio por las escalerillas y siguieron su camino. Allí, en la oscuridad, lo único que rompía el silencio era la respiración agitada de Charlotte, eso y un leve repiqueteo. Cuando se tranquilizó se percató nuevamente de que en ella caía la mirada de su pequeña acompañante, quien le hizo un gesto y empezó a caminar por aquel sitio extravagante. Parecía no tener mejor alternativa, así que Charl caminó por aquellos parajes subterráneos que se les antojaba como un laberinto.

A pesar de encontrarse en mitad de las alcantarillas, no olía a la putrefacción que Charl esperaba percibir, y eso le extrañó.

En mitad de la caminata, mientras Charl intentaba adivinar de dónde procedían los repiqueteos, una voz rompió el silencio, la de su acompañante:

- ¿No eres de por aquí verdad?

- No, vengo de un sitio muy lejano -respondió suavemente Charl.

- Ya veo… No es seguro estar allá arriba. Aquí estaremos a salvo.

- Gracias. Me llamo Charlotte, pero me puedes llamar Charl.

- Encantada, yo soy Enkeli –y Enkeli le estrechó la mano a Charl.

Tras una breve pausa Charl le preguntó hacia dónde se dirigían.

- A mi hogar, allí podrás descansar y alojarte el tiempo que quieras, es un lugar maravilloso -le respondió Enkeli.

A Charlotte se le antojaba una broma lo que acababa de decir su nueva amiga, pues como en aquel sitio podía existir algo hermoso. Todo aquello no era más que un camino sin fin de bajadas y subidas en las que apenas cabían ellas dos. De repente, Enkeli se paró y pareció accionar un mecanismo. Charlotte estaba nerviosa y asustada y aquel repiqueteo no paraba de sonar cada vez más fuerte. Entonces fue cuando el mundo pareció hundirse y dio un grito ahogado.

- Tranquila, no es más que un ascensor –dijo divertidamente Enkeli.

Aunque a Charl aquello le parecía de todo menos divertido.

- ¿Y qué pinta un ascensor en un alcantarillado? –preguntó alterada Charl.

- Ya te dije que vamos a mi hogar.

Charl y Enkeli ascendían a una velocidad vertiginosa, pero el ascensor poco a poco iba disminuyendo su velocidad hasta finalmente parar. Al hacerlo, enfrente había una pequeña puerta, que abrió Enkeli y pasaron a una gran habitación oscura y calurosa. A la izquierda había una especie de mecanismo gigante de calderas y, a medida que los ojos de Charl se acostumbraban a la escasez de luz, vio cómo unos seres diminutos volaban por encima de sus cabezas portando lo que parecía carbón de un lado a otro de la habitación.

- Esto son las calderas, aquí los Puglins se encargan de dar energía y gas a mi familia.

Los Puglins eran una especie de pajaritos del tamaño de un hámster que volaban hacía lo alto de una montaña pequeña de carbón, situada a la derecha de la gran habitación, y repiqueteaban en ella. Charl observaba atentamente cómo hacían su trabajo, con orden y esmero.

-Esta montaña tiene la propiedad de generar carbón todos los días, es un recurso inagotable de energía –respondió Enkeli a la mirada de sorpresa de Charl al verla.

Enkeli caminó hacia delante mientras sobre su cabeza, a gran altura, trabajaban los Puglins. Charl le siguió y se pararon delante de una puerta del tamaño de unos doce metros.

-¡Jack!, ¡Mark! Abridnos la puerta, vengo con visita.

Y desde la oscuridad aparecieron dos grandes figuras que los doblaban en tamaño a Charl y Enkeli, envueltas en armaduras de hierro y cuyo rostro no se veía, moviéndose a un paso muy lento y situándose cada uno a ambos lados de la puerta. Jack se aferró a una manivela y Mark a otra y las hicieron girar al mismo tiempo. Charlotte pudo oír como una serie de engranajes se desplazaban unos sobre otros permitiendo a la gran puerta abrirse muy lentamente. Entonces Charl y Enkeli dieron un par de pasos al frente y una resplandeciente luz les deslumbró sus cansados rostros. A medida que Charl salía del deslumbramiento, se preguntaba cómo en aquel sitio podía haber semejante luz.

Entonces lo comprendió y Enkeli descubriendo su rostro de un pañuelo rojo, dijo:

- Bienvenida a mi hogar, El Submundo.

Charl quedó impresionada, paralizada, por la gran belleza de aquel inimaginable lugar. No cabía en su cabeza que hubiera semejante mundo debajo del suelo, en las alcantarillas. Un montón de colores, formas y seres raros llenaron enormemente sus ojos, y ella, de alguna manera, sabía que esa imagen nunca se le olvidaría.

Después de una primera mirada, Enkeli la invitó a dar una vuelta por aquellos parajes.

Al Submundo lo caracterizaba un gran lago en donde, según le explicó Enkeli, vivían miles de seres vivos en completa armonía. Al acercarse a la orilla, Charl apreció una gran variedad de insectos, anfibios y peces de colores, que nunca había visto, y ni tan siquiera se parecían a alguna especie que hubiera visto anteriormente. Sobre su hombro se posó, de improvisto, una variedad de rana con las patas muy largas y estiradas que podía andar por el agua, croó y se zambulló con ganas en la orilla.

Algo que le llamaba la atención era que todos los animales brillaban de una manera sobrenatural y tenían multitud de colores y manchas.

Charlotte levantó la vista. El lago era inmenso, magnífico. Y pronto vio en el centro una pequeña fuente de luz y arriba de ella, flotando armoniosamente, se encontraba una elevación de tierra de la que también emanaba agua, y que sostenía, en un pilar blanco, lo que parecía el sol. La pequeña fuente que le pareció ver en un principio en el lago no era sino el simple reflejo de aquel sol. Su brillo hubiera devuelto la vista a cualquier tipo de ciego.

Charl estaba demasiado agotada y su mente no entendía nada de aquello. Todo se le antojaba como una realidad sin sentido, un sueño inexistente, y sin que pudiera evitarlo sus ojos se quedaron en blanco a medida que su cuerpo se precipitaba hacía el suelo. Cuando Enkeli pudo atraparla ya estaba sumergida en un profundo sueño.

Charlotte nunca recordó qué soñó esa noche, tan solo sabía que era algo abstracto donde colores y brillos se mezclaban en un mar de formas.

Al día siguiente, Charl se despertó en un lugar que no era su cuarto o, en su defecto, la calle o un bosque. Parecía una cabaña bastante acogedora. Todo era ramas, troncos y hojas; y los objetos parecían muy artesanales, de cerámica, barro y lana.

Intentó recordar qué pasó el día anterior y dónde estaba. Toda idea de que todo aquello fue un sueño se desvaneció cuando vio a su amiga entrar por la puerta del cuarto con una gran bandeja de frutas de todo tipo.

- Buenos días, dormilona –le saludó Enkeli con una amplia sonrisa.

Ahora que Charl podía ver su rostro, dedujo que serían más o menos de la misma edad, de unos catorces o quince años, pero más adelante comprobaría que Enkeli era mucho más ágil y habilidosa que ella.

Al ponerle la bandeja delante no sabía qué elegir para comer, pues la gran variedad de frutas le hacía dudar. Se decidió finalmente por una fruta grande como dos puños, roja y con cuatro picos bordeados.

-Buena elección, eso es una Wakabaya. Son muy dulces y abundantes por estas zonas, aunque a la vez de dulce tiene un toque ácido que la hace increíblemente deliciosa.

Mientras Charl la saboreaba, recordando cuál fue la última vez que comió, Enkeli recogió las cosas del cuarto y le dijo:

- Hoy tienes que venir conmigo a ver a una persona.

- ¿A quién? –dijo Charl con la boca muy llena.

- A alguien muy especial –Enkeli siempre hablaba con ese tono enigmático que le caracterizaba.

- Mira, Charl, te voy ha regalar esto –decía mientras le dejaba unas ropas en la cama-. Ahí tienes un baño, cuando estés lista, sal y baja las escaleras, te estaré esperando en el salón.

Charl terminó de comer y se dirigió, medio adormilada aun, al pequeño baño, se duchó y se dispuso a ponerse los atuendos que le había dado Enkeli. Cuando se vistió, se miró a un espejo y se vio algo extravagante. Llevaba unos pantalones largos de campana con adornos por todas partes, arriba una camiseta sin mangas, gruesa, de color amarillo crema, y encima de ella una túnica verde y fina, cuyas mangas, que le estaban un poco largas, llevaban unos lazos blancos. Por último observó que no había ningún tipo de calzado por allí, pero no le importó. Así pues, bajó al salón y se reunió con Enkeli, quien iba de una manera similar a la de Charlotte sólo que sus pantalones eran cortos, por encima de las rodillas.

Al salir, Charlotte observó que la aldea estaba compuesta por cabañas de todos tipos. Pero había algo peculiar que asustó un poco a Charl. Se trataba del hecho de que las cabañas estaban construidas encima de las grandes ramas de los árboles.

- Sígueme, no tardaremos mucho.

La voz de Enkeli la despertó de su ensimismamiento. Caminaron por una serie de escaleras y caminos colgantes de madera. Charl se percató de que algunos habitantes se movían de una cabaña a otra con gran habilidad, saltando de un sitio a otro, con mucha naturalidad, y que otros tanto la observaban. También se dio cuenta de que no todos ellos eran humanos, algunos tenían la piel recubierta por pelos o por escamas.

Después de andar varios minutos en silencio Enkeli le explicó:

-A la persona que vamos a ver le puedes preguntar todas tus dudas. Pero él antes debe reconocerte.

Finalmente llegaron a un lugar extrañísimo, parecía que se trataba de un gran árbol pero tenía colores tales como violeta, azul y verde todo él; y sus ramas y hojas no estaban completamente unidas, sino que una capa fina de aire hacía de intermediario entre unas y otras.

-Pronto entenderás todo, Charl –sonrió Enkeli mientras le agarraba de la mano y se proponían a subir el gran árbol. Todas sus partes estaban separadas, flotando en el aire, tambaleándose lentamente. Por fin llegaron a un gran hueco donde había dos guardias que las dejaron pasar sin problemas, y dentro una figura las esperaba de pie. Era un hombre mayor, pero a la vez de humano parecía una mezcla de todas las especies que habitaban en el poblado. Vestía una túnica larga de color azul marino oscuro y con adornos aterciopelados que no dejaban ver nada más de su vestimenta. El hombre no tenía pelos en la cabeza, pero si un largo bigote espeso y blanco.

- Charl, te presento a mi abuelo, El Sabio de nuestra tribu.

- Es un placer conocerle señor –dijo Charl inclinando parte de su cuerpo hacia delante en señal de saludo.

El Sabio miró largamente a Charlotte con una mirada tan clara y profunda como el mar. Y tras meditar unos segundos habló con voz apacible y tranquila:

- Bien, tú debes de ser Charlotte. Concédeme el honor de ofrecerte asiento, tenemos mucho de que hablar.

Charlotte y Enkeli tomaron asiento en unos grandes cojines blandos y coloridos que estaban en el suelo y el Sabio procedió a hablar:

-Has llegado desde muy lejos hasta nosotros y como cortesía me gustaría contarte algunas cosas de este mundo, el cual ves, respiras y tocas ahora mismo. Empezaré por decirte que el Submundo se compone principalmente de tres cosas: El Gran Lago, los seres que habitan en este lugar y Fény, que no por ser nombrado el último es menos importante.

El Gran Lago como ya habrás visto ocupa la gran mayoría del Submundo. Nuestra aldea está situada junto a su orilla rodeándolo casi completamente. En su centro yace, en una elevación, Fény, que se trata del núcleo de nuestro mundo, la razón de nuestra existencia –el Sabio hizo una pequeña pausa que Charl aprovechó para preguntar:

-Señor, ¿por qué brillan tanto las criaturas que viven cerca del Lago? ¿Y por qué los habitantes tienen pieles tan raras? ¿Acaso son mutaciones?

-Verás Charlotte, El Gran Lago no es tan solo lo que ves, que no es poco, sino que él también se encuentra en túneles subterráneos recorriendo todo el Submundo. Fény es lo más puro de este sitio, él refleja, ilumina y saca la verdad, la sinceridad y la honestidad de los seres vivos por eso hace del Lago un lugar tan puro y por eso las criaturas que viste, al igual que los habitantes, presentan formas y colores tan raros porque son como su alma desea ser, sin limitarse a los que otros quieren que sean.

- Entonces, ¿quiere decir que su cuerpo refleja su alma? –preguntaba Charl cada vez con más curiosidad.

- No, Charl, sus cuerpos son El Alma, por eso todos y cada uno de los seres son distintos, porque cada uno es único –respondió Enkeli.

- ¿Alguna otra cosa más Charlotte? –preguntó el Sabio muy tranquilo.

- Sí, es sobre el gran pilar blanco donde se encuentra Fény.

- Jaja –rió con fuerza Enkeli-. No Charl, son miles de pequeñas luciérnagas que vuelan en una espiral.

- Aun no sabemos porqué lo hacen, pero suponemos que será por la luz emitida de Fény.

Charl quedó en silencio pensando, y de pronto una duda surgió en su cabeza:

- ¿Y cómo podéis dormir con tanta luz?

- Fény de vez en cuando se apaga, es como un descanso para todos. Algunos lo utilizan para dormir, otros para meditar. Aquí no contamos el tiempo, pero de donde tú vienes serían unas dos veces por mes. Hoy casualmente es uno de esos días y nos gustaría invitarte a una gran cena y después de tal proceder a escucharte a ti.

Charl asintió y después de tal charla Enkeli y ella volvieron a la cabaña.

- Dentro de pocas horas será el eclipse, que es como nosotros llamamos a Fény cuando descansa. Iremos a un claro del bosque pero para ello nos cambiaremos de ropa.

Pronto Charl descubrió que a Enkeli le encantaba ponerse algo distinto cada dos por tres.

Una vez listas y como el tiempo no parecía estar por la labor de pasar más ameno, decidió Enkeli ir a dar una vuelta por la aldea para enseñársela más detenidamente a Charl. A lo largo del paseo, la atención de Charlotte fue atraída por un pequeño habitante que no paraba de trepar por todos sitios, de saltar y juguetear con todo. Parecía un pequeño monito, pero cuando se paró enfrente de Charl ella se dio cuenta de que no era tan solo un humano: tenía una larga cola de leopardo y orejas del tamaño, color y forma de las del tigre, al igual que sus suaves manos. El pequeño vestía tan solo con un pantalón muy corto y rasgado, apreciando Charlotte su pequeño pecho y espalda que al tacto y textura pasaría tranquilamente por la de un humano, pero sus colores grisáceos y pardos, como los de un lobo, lo delataban.

- Este es Farkas –intervino Enkeli mientras agarraba al pequeño y lo abrazaba cual peluche-. Es una monería ¿no? Siempre anda de un lado para otro jugando, investigando y curioseando. En la aldea lo queremos todos, será el próximo guardián guerrero.

- ¿Y para qué queréis un guerrero por estas zonas?

- Para estas no –decía Enkeli mientras soltaba al pequeño-, sino para las partidas que tenemos que hacer arriba cuando alguien sube y no vuelve.

Charlotte no entendía mucho todo aquello, pero el pequeño la sacó de sus pensamientos hasta hacerlos muy pequeños, y se dispuso a jugar con él.

-Farkas, ¿acompañarás a nuestra invitada al bosque para la gran cena?

Farkas antes toda respuesta cogió a Charl de la mano y corrió con ella mientras sonreía. Charl pudo apreciar que aun le faltaban algunos dientes al pequeño y que su sonrisa era limpia e inocente, como cabía esperar de cualquier niño.

Él la llevo a una parte del bosque donde estuvieron jugando la mayoría del tiempo, la otra se dedicaron ha cazar ranas de patas largas y grandes mariposas y a observarlas.

Farkas no tenía más de ocho años y a Charl le hizo acordar a su hermanito pequeño, que una vez tuvo y perdió, pero esta vez, pensó Charl, no lo perdería a él. De una manera u otra habían conectado de modo especial.

Cuando la hora se acercó Charl y Farkas fueron hacía donde daría lugar la cena y una vez llegaron allí a Charl se le quedaron los ojos como platos. Había una gran mesa donde su colorido otorgaba felicidad a cualquiera por el simple hecho de mirarla; en un lado estaban terminando de preparar lo que sería una gran hoguera.

Ya empezaba a oscurecer y todos tomaron asiento brindando por Charlotte y su llegada. Charlotte recordará esa noche como la que mejor comió y en la que saboreó todo tipo de comidas y texturas extrañas. No todo eran frutas, también había pequeños animales, que a pesar de su aspecto, eran bastantes sabrosos.

Después de la gran cena, ya de noche, encendieron la hoguera y bailaron alrededor de ella durante horas, al ritmo de la música que hacían otros habitantes con objetos muy rudimentarios. Todo fue una gran fiesta, durante muchas horas, se divirtieron, pero al final el Sabio proclamó:

- ¡Es la hora!

Y todos tomaron sus respectivos puestos cerca de la hoguera, en un gran círculo, para esperar las palabras del Sabio:

- Bien Charlotte, a todos nos gustaría saber de dónde vienes, para poder aprender más sobre el mundo exterior.

Charlotte durante un momento quedó inmóvil y azorada. Pero todo le parecía tan familiar y acogedor que no tardó en hablar:

-Yo vengo de una ciudad muy alejada –comenzó con voz muy suave y clara-. De un lugar donde cada día era un progreso, un lugar donde todo era investigación y futuro. El sitio de donde yo vengo era un sitio tan tranquilo como el de vuestra aldea, un lugar armonioso. Pero los grandes pensadores de aquel sitio llegaron a la conclusión de que sin progreso nuestra aldea no avanzaría y se quedaría estancada en el pasado, viéndonos así desprotegidos por otras culturas que sí evolucionarían, o eso al menos decían ellos.

Yo nunca llegué a ver aquel lugar rodeado por árboles, tan solo lo sé por las narraciones de mis abuelos. Cuando yo nací, ya no éramos una aldea sino una gran ciudad en constante progreso. Todo era muy diferente a lo que hay aquí. Eran grandes edificios modernos y la tecnología era tan avanzada que hasta teníamos nuestros propios robots para los trabajos domésticos –Charl hizo una pausa para aclararse la garganta-. Pero aquello no bastaba. Nuestros pensadores y sabios se convirtieron tan solo en gobernadores y nosotros no éramos más que simples títeres que acataban simples órdenes cual peones.

Yo sé que el mundo tiene su propia energía y es fuerte, pero la codicia de aquellos seres no entendía de límites o barreras y siempre querían más, supongo que se dejaron caer en las fauces del poder, y aquel mundo enérgico y fuerte, se tornó pronto débil. Y en efecto, las fauces se cerraron un día destrozándolo todo. Hubo una gran tormenta y dañó la torre de alimentación y ejecución de los programas de aquellos seres metálicos y fríos, volviéndose salvajes y destruyéndolo todo –con los ojos un poco húmedos siguió-. Muchas familias fueron salvajemente asesinadas; perdieron el control y todo fue una gran masacre. De mi familia, tan solo quedo yo y dudo que haya muchos supervivientes.

Charl cerró un momento los ojos intentando recordar y olvidar al mismo tiempo:

- Era de noche, yo había terminado de contarle un cuento a mi hermanito pequeño, como solía hacer, y mi madre y mis abuelos estaban tomando un té mientras miraban la televisión. De pronto, escuchamos un gran jaleo fuera y muchos gritos… y fue cuando ocurrió.

Charl abrió los ojos y veía cómo todos la observaban atentos y callados. Enkeli, que estaba a su lado la abrazó y Farkas corrió y se metió en su regazo. No había tención entre aquellos seres, tan solo meditación y rostros serios, algunos muy curtidos, otros más jóvenes.

-Charlotte –habló El Sabio- algunos te comprendemos y otros no tanto pues ya sabes que tales cosas son aquí inimaginables. Pero no muy lejos de aquí, allá arriba, se esconde una gran desgracia también. Enkeli, ¿quieres contárselo?

-Claro abuelo. Charl, llevo bastante tiempo presintiéndote y el día en que llegaste creí que te iba a perder. Allá fuera, por donde anduviste, existe algo semejante a lo que tú viviste. Obviamente nosotros no aparecimos aquí por casualidad. La mayoría somos tan solo refugiados de ese algo tan terrible.

Verás –Enkeli empezó a contar la historia mientras hacía uso de la hoguera, ya más apaciguada, en la que mientras avanzaba la historia unas raras figuras de fuego se formaban en ella-. Nuestra aldea también era frondosa y tranquila. Un sitio como otro cualquiera. Aquí tan solo existían personas, no sedientas de poder o progreso, pero al fin y al cabo personas. En las personas hay algo que nos distingue de los animales: ellos tan solo poseen un instinto, nosotros poseemos algo más, el conocimiento del bien y el mal.

Aquí siempre se ha cultivado la enseñanza del bien y del compartir, de la bondad, pero de alguna manera, en el fondo siempre se hallaba algo oscuro. Un día se unieron a nosotros una pequeña tribu un poco más bruta en el sentido bondadoso, pero aun así les intentamos enseñar. Algunos aprendieron y convivieron en paz, otros, con el tiempo solamente hicieron crecer todo aquello que era malo. Envidia, codicia, celos… se apoderaron de algunos y había continuos conflictos entre la convivencia de unos y otros. El que trabajaba honradamente y practicaba una vida de no violencia, se veía acosado constantemente por aquellos que no podían controlar su odio. A medida que pasaba el tiempo, todo aquello incrementaba de sobremanera –Enkeli miró fijamente a Charl-. No sabes hasta que punto puede llegar el odio de una persona ni que tan poderoso es. Un día, sin más, la aldea se dividió en dos, y sin previo aviso y condenados por la ira y rabia, empezaron a atacarnos. Ellos ya no tenían envidia de nuestro ser o trabajo, simplemente por ellos corría odio. Odio es como un veneno, que te ciega, te pone rabioso y agresivo.

No pudimos soportarlo más y una noche escapamos. Aunque nuestra aldea progresó y se edificaron edificios, las torturas y matanzas eran continuas: niños, ancianos, animales… Y decidimos escapar y vivir por las alcantarillas rudimentarias que viste el otro día. Y sin más, encontramos todo esto que ves –tras una pausa Enkeli añadió-: Fueron nuestros corazones los que nos guiaron hasta aquí, hasta el paraíso. Algunas veces hemos intentado volver arriba por añoranza, pero aquello es el infierno. Ellos han cambiado, al igual que nosotros, pero solo son bestias que andan a cuatro patas con grandes colmillos y su piel es un tanto viscosa y del color negro. Solo están destinados a destruir.

Charlotte parecía bastante asustada. Pero Enkeli la intentó tranquilizar:

-Aparecen cuando anochece. Por el día tan solo ocultan su presencia haciéndose un tanto invisibles. Si una monstruosidad de esas de muerde o araña, serás envenenada por el odio y recuerda que has de curarte rápidamente. Una de las maneras es en este Lago.

Después de tal charla, todos acudieron a sus cabañas a descansar. Fény oscureció dos días, y aunque todo estaba en calma y todos descansaban plácidamente, nadie imaginó el trágico acontecimiento que iba a suceder.

Al fin, Fény volvió a alumbrar. Iluminó con fuerza cabañas, bosque y Lago. Charlotte se despertó muy bien, con fuerzas y felicidad. Todo era perfecto hasta que un pequeño alboroto en la aldea puso sus sentidos en alerta. Bajó las escaleras corriendo, a toda prisa y, al no encontrarse a Enkeli, se asustó. Salió fuera, apenas arreglada y con los cabellos y la cara de recién levantada, y miró a su alrededor. Todo era muy extraño, los habitantes se movían con agilidad y rapidez de un lado a otro, como buscando a alguien o algo. De repente vio a Enkeli organizando grupos y dando órdenes, y se apresuró a reunirse con ella:

- ¿Qué pasa, Enkeli? –dijo Charl confusa.

- Es Farkas, ha desaparecido. Por lo visto fue la misma noche de la gran cena; la familia que lo acoge, puesto que es huérfano, creyó que estaría en el bosque jugando. Pero nadie lo ha visto y hemos hablado con algunos seres y tampoco lo han visto. Y no queremos pensar…

- Que haya ido arriba.

Los minutos pasaban como las gotas de un grifo cerrado que se niegan a caer y tras mucha espera, buscaron una solución. Enkeli, Charl y algunos adultos se reunieron para llegar a un acuerdo. Finalmente Enkeli y Charl se ofrecieron voluntarias para ir arriba.

- Pero es muy peligroso –dijo uno de los adultos.

- No, aún es de día y hay posibilidades de que los Tummas no hayan salido de sus guaridas.

- Aun así es arriesgado –intervino el Sabio-. Charlotte y Enkeli irán con dos adultos. No podemos arriesgar las vidas de los demás en vano; puede que Farkas esté en el Submundo y no arriba o puede que…

-¡Eso jamás! –estalló de pronto la voz de Charl sorprendiendo a todos-. No podemos perder las esperanzas y menos aun el tiempo, cuanto más tardemos peor será.

Así pues, salieron el grupo de cuatros a las afueras, pasando por las calderas donde trabajaban imparables los Puglins, subieron al ascensor y tras una caminata, salieron a las afueras.

El tiempo se tornaba calmado y, a pesar de no verse el sol, había bastante claridad como para que los Tummas no deambularan por ahí. La ciudad no era muy grande, así que el grupo se dividió en dos y empezaron a buscar. Acordaron que nada más comenzara a anochecer entraran en el Submundo.

Charl y Enkeli buscaron frenéticamente a Farkas. Todo estaba destruido y abandonado, tal y como lo recordaba Charl. De pronto, tras una hora de recorrer una casa y otra, encontraron cerca de un edificio una pequeña tela roja.

-Es de Farkas, son sus pantalones favoritos –dijo Enkeli muy seria.

Más adelante encontraron un pequeño arco, su arma, tirada en el suelo. Por lo menos tenían la certeza de que Farkas estaba allá arriba. El tiempo se les echaba encima y tenían que darse prisa.

- Entremos en ese edificio –dijo Charl manteniendo las esperanzas-, a lo mejor pudo huir y resguardarse en algún lugar.

Entraron en un edificio lúgubre, pero tenían que hacerlo. Estuvieron un buen rato buscando por allí y parecía que el tiempo no pasaba, pero no era así, Charl y Enkeli cayeron en horror cuando vieron que los cristales del edificio estaban pintados y tintados con alguna especie de color brilloso. Charl temió que ya fuera de noche y se acercó a la ventana para comprobarlo, al hacerlo unas grandes fauces sonrientes le esperaban y de no ser por Enkeli, hoy en día Charlotte no tendría cabeza. Ante aquel imprevisto, corrieron a más no poder, con la muerte al cuello. Bajaron las escaleras a una velocidad vertiginosa y en un momento se vieron rodeadas, doblaron pasillos y puertas, pero todo estaba oscuro y confuso. Finalmente pudieron salir, pero al hacerlo se dieron cuenta de que no era lo mejor. Miles de destellos blancos brillaban con ganas esperando hincarse en la carne.

Charl y Enkeli salieron a la fuga, en un momento, al girar por un callejón, mientras Enkeli trepaba una verja, Charl resbalo y cayó. Cuando intentaba incorporarse, vio con horror un pequeño animal desgarrado y pensó que no quería acabar así. Desgraciadamente, al fijarse un poco más parecía el cuerpo pequeño de algún intrépido humano, pero tampoco era así. Se trataba de Farkas, el pequeño Farkas, con su pequeño cuerpo mutilado y la cara irreconocible yacía en el suelo. Charlotte apenas contuvo sus ganas de vomitar, y su cuerpo era tan solo un trasto inmóvil, inútil que no reaccionaba a lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Ese descuido fue es que aprovechó un Tumma para abalanzarse con avidez hacía ella. Apenas le hizo un rasguño cuando una flecha lo atravesó de lado a lado.

-Charl toma y ven –decía Enkeli mientras le lanzaba una manta blanca.

Charl envolvió el pequeño cuerpo de Farkas y subió la verja con ayuda de Enkeli. Pronto divisaron a los otros dos componentes del grupo, ilesos, y todos corrieron hacia el alcantarillado, pudiendo despistar a los Tummas con flechas y fuego. Escaparon y regresaron.

El regreso fue en silencio, Charl no se apartaba de Farkas y lloraba en silencio. Cuando llegaron a la aldea, se celebró un funeral en honor a Farkas. Lo metieron en un ataúd y dentro de una barquita lo empujaron hacia el centro del Lago.

- Fény lo acogerá en cuanto llegue y su alma podrá descansar en paz.

La barquita se dirigía muy lentamente, rodeada de nenúfares e insectos que volaban tristemente.

Las heridas que sufrió Charlotte fueron curadas con esmero, aunque sabía que algo en su interior había cambiado. Lo que fue tristeza cuando perdió a su hermano se convirtió en ira cuando perdió a Farkas.

- ¿Por qué fue Farkas arriba? –preguntó un día Charl al Sabio y a Enkeli.

- Detrás de todo humano, existe la curiosidad, que no es ni mala ni buena. Y Farkas era aun muy joven e inocente. Tampoco era un necio y supongo que iría a matar a las horribles bestias o a espiarlas, o quizás fue a explorar y se encontró con los Tummas – respondió Enkeli.

Sea lo que fuere, Charl estuvo varios días sin apenas comer y hablar. Al final, tomó una decisión, la de irse de la aldea.

- Pero Charl, ¿por qué te vas? Yo quiero que te quedes aquí, junto a mí.

- Lo sé, Enkeli. Para mí, en estos meses que he estado aquí, habéis sido mi familia y he aprendido muchas cosas buenas. Pero ahora tengo que convivir también con algo malo, y he de aprender a crecer con ambas cosas. Así, que por ahora, me marcho –Charl abrazó fuertemente a Enkeli, entre lloros-. Te prometo que nunca te olvidaré, no lo hagas tú.

-No, jamás.

Enkeli le regaló un colgante que era un cristal en forma de gota o lágrima y en su interior llevaba agua del Gran Lago. Así, con este amuleto que le hizo su amiga, marchó. Ella entendió que debía continuar su viaje, pero también sabía que, algún día, volvería.

miércoles, 26 de octubre de 2011

PROGRAMAS DEL MEC PARA SECUNDARIA

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LAS SINTAXIS

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EL FLAMENCO PARA LOS ESCOLARES

http://ares.cnice.mec.es/flamenco/

LA ORTOGRAFÍA

http://ntic.educacion.es//w3/eos/MaterialesEducativos/mem2005/ejercicios_ortografia/index.htm

CÓMO COMENTAR TEXTOS LITERARIOS

EL NIVEL ES DE BACHILLERATO
http://ntic.educacion.es/w3/recursos/primaria/lengua_literatura/el_texto/bases/bases.htm

JUEGOS SABIOS

http://ntic.educacion.es/w3/eos/MaterialesEducativos//primaria/grado56/index.htm


TRABAJAR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL AULA

http://ares.cnice.mec.es/mcs/web/alumnos.php

lunes, 19 de septiembre de 2011

ENLACE A RECURSOS EDUCATIVOS DE TODO TIPO

Lenguas de España (1º ESO, Tema 1)

http://www.youtube.com/watch?v=HYxNlGu-OvI

http://www.youtube.com/watch?v=bAAgVvyAFgQ

Origen del castellano

http://www.youtube.com/watch?v=WPLhpVc7KFk&feature=related

Acentos latinos y de España:

http://www.youtube.com/watch?v=Z4NlQsSmwHU&feature=related

Modelo de lenguaje coloquial y formal

http://www.youtube.com/watch?v=78kv1q2Hyhg

http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/manana-humor-los-morancos/1034843/

Catalán. Serrat canta en catalán Paraules d´amor:

http://www.letras4u.com/joan_manuel_serrat/paraules_damor_catalan.htm

ELLA EM VA ESTIMAR TANT...
JO ME L´ESTIMO ENCARA.
PLEGATS VAM TRAVESSAR
UNA PORTA TANCADA.

ELLA, COM US HO PODRÉ DIR,
ERA TOT EL MEU MÓN, LLAVORS
QUAN EN LA LLAR CREMÀVEN
NOMÉS PARAULES D´AMOR...

PARAULES D´AMOR SENZILLES I TENDRES.
NO EN SABÍEM MÉS, TENÍEM QUINZE ANYS.
NO HAVÍEM TINGUT MASSA TEMPS PER APRENDRE´N,
TOT JUST DESPERTÀVEM DEL SON DELS INFANTS.

EN TENÍEM PROU AMB TRES FRASES FETES
QUE HAVÍEM APRÈS D´ANTICS COMEDIANTS.
D´HISTÃ’RIES D´AMOR, SOMNIS DE POETES,
NO EN SABÍEM MÉS, TENÍEM QUINZE ANYS...
Letras4U.com » letras traducidas al español

ELLA QUI SAP ON ÉS,
ELLA QUI SAP ON PARA.
LA VAIG PERDRE I MAI MÉS
HE TORNAT A TROBAR-LA.

PERÃ’ SOVINT EN FER-SE FOSC,
DE LLUNY M´ARRIBA UNA CANÇÓ.
VELLES NOTES, VELLS ACORDS,
VELLES PARAULES D´AMOR...

PARAULES D´AMOR SENZILLES I TENDRES.
NO EN SABÍEM MÉS, TENÍEM QUINZE ANYS.
NO HAVÍEM TINGUT MASSA TEMPS PER APRENDRE´N,
TOT JUST DESPERTÀVEM DEL SON DELS INFANTS.

EN TENÍEM PROU AMB TRES FRASES FETES
QUE HAVÍEM APRÈS D´ANTICS COMEDIANTS.
D´HISTÃ’RIES D´AMOR, SOMNIS DE POETES,
NO EN SABÍEM MÉS, TENÍEM QUINZE ANYS.

Gallego. Hablando en gallego Jennifer López

http://www.youtube.com/watch?v=phvXAblrZKo&feature=related

Vídeo en euskera

http://www.youtube.com/watch?v=XNZy3RgbYHM

Lengua y literatura. Apuntes de gramática, conjugador verbal, mapas gramaticales, noticias literarias, webs de los escritores:

http://www.vicentellop.com/


Morfología

http://lenguayliteratura.org/interactivos/index.php?option=com_content&view=section&id=1&Itemid=6

Ortografía

http://lenguayliteratura.org/interactivos/index.php?option=com_content&view=section&id=3&Itemid=7

Sintaxis

http://lenguayliteratura.org/interactivos/index.php?option=com_content&view=section&id=4&Itemid=13

Fonética y Fonología

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Semántica

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Comprensión (Textos, vídeos, imagen, audio)

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Literatura española

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Literatura universal

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